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LA EDUCACIÓN EN PELIGRO

No es de extrañar que la desesperación cunda en época de crisis y se apliquen acciones peligrosas. Son alarmantes las palabras de la Ministra de Educación respecto a las vicisitudes que la educación del país se encuentra atravesando, más aún cuando se intenta tomar decisiones desesperadas para tratar de garantizar la continuidad educativa que más que un remedio, será una receta letal a la ya deteriorada estrategia gubernamental implementada desde la Autoridad Educativa Nacional.


Han sido años de cal y de arena. Mucho se ha intentado hacer y poco se ha podido ejecutar. La verdad, es que la educación no está en peligro desde ahora, ha estado en peligro desde siempre. Desde el mal manejo de los presupuestos del estado en la gestión educativa, pasando por la deficiente implementación de infraestructura y su mantenimiento, atravesando por la falta de preparación continua a los docentes del país y terminando en una desalentadora politización educativa, todo esto, ha mermado en el transcurso de no pocos años la garantía del derecho a la educación de calidad que se profesa desde la Constitución de la República y la propia Ley de Orgánica de Educación Intercultural.

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¿La Educación en peligro? Más peligrosas han sido las estrategias implementadas para garantizar la educación en tiempos de pandemia, como siempre, decenas de documentos ministeriales con proyectos durante la emergencia sanitaria que jamás han sido socializados y menos aún aplicados debidamente en la gran mayoría de instituciones educativas: Priorización Curricular, Proyectos Interdisciplinares, Sistemas de Evaluación para la Emergencia, Aprendizajes Basados en Proyectos, sin contar con los deficientes conocimientos en plataformas educativas para la educación virtual.


Y qué decir del famoso PICE sobre el cual cada distrito educativo define desproporcionadamente la entrega de información e insumos documentales exagerados, unos, alineados al modelo y otros, inventados por nuestros asesores que más que un camino de tranquilo desarrollo se ha convertido en un tormentoso trajinar de correcciones y solicitudes fuera del marco legal constituido.

¿De quién es entonces la culpa?, ¿de la cartera de estado o de los docentes?. No hay duda que todos tenemos parte de la misma. En un país donde no se evalúa la calidad de las instituciones educativas con datos específicos, medibles y contundentes, no se puede esperar exigir a los maestros investigación e innovación. Tanto se ha preocupado el Ministerio de Educación el promover gestión documental, que se ha olvidado de lo más importante: formar profesionales expertos en educación de manera integral.




Pero también existen otros culpables, por su puesto que sí; del otro lado están algunos maestros quienes se encuentran en una especie de letargo y zona de confort, esperando que alguien les instruya en los nuevos lineamientos ministeriales o bien, en alguna que otra capacitación. Al parecer falta proactividad, recursividad y responsabilidad profesional. Ecuador seguirá siendo cuna de una especie de analfabetismo digital y pobreza lectora mientras no salgamos de este aturdimiento que nos está haciendo mucho daño.


Es desesperante también observar como la falta de conectividad de muchos estudiantes no solo es un riesgo en la educación, más peligroso aún, es observar maestros que no tienen recursos para el desarrollo de su trabajo didáctico y metodológico y peor aún cuando detectamos a algunos profesionales que no han intentado hacerlo, esa es la terrible realidad.


Ahora, ante estas problemáticas detectadas se tratarán de incorporar a los docentes en sus lugares de trabajo, sin embargo, las autoridades ministeriales desconocen el contexto de su verdadero territorio. Me pregunto, ¿Sabrán cuántas instituciones educativas poseen el equipamiento necesario para garantizar la conectividad y continuidad educativa? Lo dudo, simplemente lo dudo. Lo más sencillo será movilizar a maestros con sus equipos en mano. ¿Cómo irán a hacer aquellos maestros que adquirieron equipos de escritorio y no portátiles?


Tranquilos! muchos docentes asistirán a las instalaciones educativas, no importará si hay las condiciones necesarias. Estarán allí cumpliendo su horario sin poder hacer nada!, mermando más aún la angustiosa continuidad educativa, el retraso será inevitable y los perjuicios en la calidad educativa irreparables. Más plataformas vacías, menos educación para nuestros ni;os y adolescentes.


Hay mucho por hacer porque por mucho tiempo se ha dejado de hacer. La educación de hoy no está en riesgo. Siempre, siempre nuestro sistema de educación ha estado en peligro.

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